"Así pues el Señor Jesús tomó en sus manos los panes de las Escrituras, cuando, encarnado según las Escrituras, sufrió su pasión y resucitó; entonces, digo, habiendo tomado los panes, dio gracias, cuando, cumpliendo así las Escrituras, se ofreció Él mismo al Padre en sacrificio de gracia y de verdad".
Las Escrituras, entregadas para el perdón de los pecados, son su Cuerpo y su Sangre.